
Es
difícil delimitar el término «contrapublicidad» ya que agrupa un
movimiento muy heterogéneo. La web subvertise.org
daba una famosa definición de contrapublicidad:
La pintada en la pared, la pegatina en
la farola, la frase modificada de una valla publicitaria, la
camiseta-parodia... La clave está en la redefinición y reconquista de nuestro
entorno arrancándolo de las manos de las grandes empresas.
Por
otra parte, Naomi Klein,
en su best-seller No Logo, utiliza el
concepto de «piratería publicitaria»:
Aquellos
que parodian anuncios y asaltan vallas callejeras para desvelar la verdad profunda oculta tras los eufemismos
publicitarios. Se mezclan el graffiti, el arte moderno, el bricolaje punky y el
espíritu bromista
La
revista contrapublicitaria Malababa afirma que:
Hoy, la contrapublicitad es una
herramienta de resistencia y lucha contra los discursos y los abusos de las
fuerzas de poder dominantes, contra los intereses de las grandes corporaciones,
que se apropian y comercializan el espacio público, y contra las formas y
dimensiones que adquiere la publicitas en una sociedad saturada de consumo y
valores mercantilistas.
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